Ávila, cocina de la tierra
La cocina abulense tiene sus raíces en los productos de la tierra, en muchas carnes y excelentes legumbres que ponen de manifiesto influencias islámicas, hebreas y cristianas. Entre todas la hacen rica, variada, muy sabrosa y adaptada a las características climáticas de la provincia.
La gastronomía de Ávila es un buen ejemplo de toda la de Castilla y León. Platos fuertes, cocina de cuchara, de guisos y de asados, que tiene sus principales bases en la agricultura y la ganadería. La mayor parte de sus platos entrantes se hacen con hortalizas y legumbres que nos permiten poder degustar un buen cocido Moragueño, un repollo al ajo arriero, pimientos rellenos o las populares patatas ‘revolconas’, cocidas y machacadas, y aderezadas con pimentón y torreznillos. Tampoco podemos dejar de probar sus productos de matanza: el lomo, los chorizos de olla y las sabrosísimas morcillas.
Hornazos se hacen en casi toda Castilla, pero el punto que alcanzan los que se elaboran en Ávila es dificilísimo de alcanzar. Las chacinas parecen más sabrosas y el pan que las envuelve más suave.
Para degustar la variedad y la calidad de los productos que la tierra abulense le ofrece, asados, guisos, postres, tapas, no puede ni debe venir con prisas, porque tenemos mucho para elegir y muchas razones para volver.
Dos modos de conocer el buen comer y el buen hacer de nuestros restauradores, ha de llevarle a la tradición de los abulenses de “ir de tapas” o a la de sentarse en un buen restaurante y ante una buena mesa con un menú más copioso, o tal vez atreverse con las dos. Para empezar, un buen plato de entremeses con productos de la matanza como el lomo y el chorizo de olla, una sopa de ajo o castellana.
Es conocida la calidad de las legumbres abulenses, ya sean las carillas, las judías de Barco de Ávila con denominación de origen, blancas o rojas o los garbanzos de la Moraña. Si buscamos un primer plato más ligero son muchas las posibilidades que nos ofrecen las verduras y hortalizas.
Típicas son las patatas revolconas, cocidas y machacadas que se aderezan con pimentón y torreznillos. Carnes asadas, fritas, a la plancha o a la brasa constituyen buena parte de la cocina abulense. La ternera de Ávila de raza avileña, con denominación de origen, presenta múltiples formas de preparación; posiblemente la más tradicional es el chuletón a la parrilla. Pero en el menú también tienen cabida el cochinillo o tostón asado, el cabrito y el cochinillo cochifritos, el cordero asado y la caza.
Si preferimos incluir el pescado, el Alberche y el Tormes nos aportan la riqueza de sus peces. Buena elección son sobre todo las truchas fritas, al horno o escabechadas.
Un buen vino puede acompañar a cualquier menú que elijamos; si queremos que sea de la tierra, Cebreros y el Tiemblo nos ofrecen sus caldos.
La repostería es también rica y variada. De todos los postres el más conocido son las Yemas de Santa Teresa, pero no debemos olvidarnos de las torrijas, amarguillos, huesillos, natillas, jesuitas, empiñonados o de las tartas.